
MSV.- Claro que hay razón para entender que la fama se hace, no nace. ¡Qué casualidad! que de los dos santos que tenemos, el de Cotija sea tan popular y el de Tarímbaro aún teniéndolo tan cerca, lo tengamos en el más completo de los olvidos. A Rafael Guísar Valencia no solamente se le distingue por la comprobación de sus cualidades sobrenaturales con que ayuda a una madre de Jalapa, que estaba obligada a abortar cuando los médicos comprobaron mediante estudios mensuales, que su hijo estaba mal y venía mal; ella se negó y se empeñó en tenerlo, “porque ya se lo había encargado al arzobispo del lugar”. De las últimas radiografías que todavía la madre conserva, convenció a los médicos que el ahora san Rafael, le había hecho el milagro. Su hijo hoy, todo un joven, luce bien y se le reconoce una gran inteligencia; en cambio a nuestro santo de Tarímbaro, solamente le hacen santo por el fusilamiento a manos de los cristeros, cuando grita: ¡viva Cristo Rey! Aunque claro, la fama y los triunfos o reconocimientos, no se dan si no se promueven, el del laberinto de la paz, Octavio Paz, que de no apadrinarse por Televisa, no hubiera obtenido el Premio de Estocolmo, por la Paz. Michoacán es la segunda potencia cristera, Jalisco la primera, pero de acuerdo a las cantidad que por esa guerrilla de gobierno contra la Iglesia, la Santa Rota discute y le encuentra cualidad de hechos prodigiosos y por esos dones sobrenaturales, beatifica y enseguida por sus decisiones de defender la fe, los santifica, pero como 26 son de Jalisco y solamente dos de Michoacán, por eso se dice que tanta fe, para tan poquitos santos. El Santo Jesús Méndez Montoya, apenas y tiene estampas, falta que se le pidan intercesiones para que Dios nos conceda algo, aunque claro, hay que recordar que en los primero mil años de catolicismo, imperó el acatamiento de Cristo nuestro Señor, que dijo: nadie viene al Padre, sino por mi”, que hasta que empezamos a ser muchos, quizá no se vastó a atendernos y por eso tal vez la Santa Rota empezó a aprobar a muchos gestores, como los gobernadores o funcionarios, que nombran a sus promotores y como éstos a la vez no son suficientes, que por eso hay tanto lidercillo que con cincuenta que represento con el fin da dotarlos de lotes, le alcanzan para paralizar a Morelia, con decirles que en una ocasión, un universitario de economía, al entrar a la rectoría empezó a gritar: “esto es una toma” y cuando los empleados empezaron a recoger sus pertenencias, el nicolaita tomó el teléfono para decirles a sus compañeros: “listo, ya tomé la Rectoría, ¡vénganse!”.